Todas estas sustancias tienen origen en las chimeneas de las industrias, los humos de las calefacciones, y miles de automóviles.
Existen dos tipos de smog: el sulfuroso y el fotoquímico. El primero es el resultado de la descomposición en la atmósfera de los gases de azufre en presencia de niebla.
En cambio, el smog fotoquímico, se origina al interaccionar la luz solar con los óxidos de nitrógeno, apareciendo generalmente durante las grandes olas de calor del verano.
Cuando estos gases, que proceden en su mayoría de la combustión de la gasolina en los vehículos, quedan libres en la atmósfera, se combinan con los rastros de hidrocarburos atmosféricos, transformándose por acción de los rayos ultravioleta en una mezcla muy tóxica de poderosos oxidantes. También pueden provenir de explosiones nucleares provocadas con fines bélicos o de accidentes en el manejo de materiales radioactivos.
El smog, además de reducir la visibilidad y dañar las plantas, los gases y partículas que lo componen provocan alteraciones en la salud humana y las más destacables son:
Irritación de las vías respiratorias , tos, dolores de garganta, bronquitis, etc.
Anemia, a causa de la alta concentración de monóxido de carbono (CO), que bloquea el intercambio de oxígeno en los pulmones y en la sangre.
Irritación de los ojos y la piel.
Diversas enfermedades (gripe, tuberculosis) por la alta concentración de agentes patógenos en el aire.
Entre las medidas de prevención tenemos:
-Utilizar más los transportes públicos, la bicicleta o ir caminando.
-Usar motores con tecnologías poco contaminantes, por ejemplo, motores que funcionan con hidrógeno, o eléctricos.
-Sustituir los combustibles actuales por combustibles menos contaminantes, por ejemplo, gas natural, alcoholes, hidrógeno, etc.